Ir de compras con las ideas claras de lo que quiero y volver con las manos vacías me deprime. Es una chorrada, lo sé, pero cuando quiero darme un capricho no me gusta que Inditex me pare los pies. ¿Qué pasa con las tallas? Oye, que los tiempos de horas en el gimnasio y en el lavabo (no quieras saber más) pasaron a mejor vida, pero una conserva un buen índice de masa corporal. Pues nada, que mi 36 de antaño puede llegar a ser la 42 de ahora, con toda tranquilidad. Y no lo entiendo, porque mis pantalones y faldas favoritos llevan tiempo conmigo y sus costuras, hasta la fecha, no se me han quejado. En fin. Que volvía yo a casa por Portal de l'Àngel, deprimida mirando escaparates y maniquíes y lo bien que les quedaba la ropa, sobre todo las faldas, con sus rodillitas tan finas... cuando vi la luz. En realidad vi una gran brecha, por llamarlo de alguna manera. Justo entre el borde del zapato y sus pies se abría el abismo. Me hizo gracia ver que a todos los maniquíes les pasaba "algo" en los pies. O el abismo o el zapato no les calzaba. Un consuelo después de todo ver que tampoco las muñecas son perfectas.
June